Comenzaré a citar bichos de suelo a techo. Las mas rastreras siempre son, como sabemos las víboras, el género del nombre no determina el sexo del ser. Suele haber de una a dos, y como entre ellas no se llevan bien, no frecuentan nunca los mismos espacios. Una de ellas se arrastra por el despacho del jefe y la otra circula entre algunos compañeros. No podría cuantificar la mordacidad de cada una, para averiguar cual de las dos es mas letal, por sus vías, ambas pueden llegar a ser mortíferas. Por lo general, tienen rasgos bastante humanos y alguna característica del bicho al que representan, su tez amarillea, resultado de la bilis que corre indebidamente por su sangre, de pocos gestos faciales por la frialdad de su origen y falta de emociones, de piel mutable.
Otros ejemplares son los pulgones, sin llegar a ser chupocteros, merodean por muchas de las áreas del centro laboral, unas veces muerden y otras chupan, sin discriminar a quién. Tan solo son molestos, pero suelen cumplir sus funciones, de forma interrumpida, con alguna disfunción, pero son aptos para realizar trabajos mecánicos, no por falta de cualificación, sino por ganas de realización. Tienen sus peculiaridades, grandes compañeros de la máquina de café y de los lugares públicos.
La inmensa mayoría, aunque no lo creamos, somos los ratoncillos de campo, preparados para comernos todo los que se nos presente por delante, como bien sabemos y gracias a los científicos, el gen mas parecido al genoma Humano. A mi me parecen los elementos mas imprescindibles del negocio, por mucho que nos cueste creerlo.
Mas arriba, a la derecha del jefe, estaría algún que otro zángano, misionero imposible de los correos del jefe.
Podría continuar con algún que otro bicho, pero os lo dejo a vuestra elección, falta alguno que no menciono, que no siempre se encuentra en estas escenas, dependiendo de la cartera del jefazo.
Otros ejemplares son los pulgones, sin llegar a ser chupocteros, merodean por muchas de las áreas del centro laboral, unas veces muerden y otras chupan, sin discriminar a quién. Tan solo son molestos, pero suelen cumplir sus funciones, de forma interrumpida, con alguna disfunción, pero son aptos para realizar trabajos mecánicos, no por falta de cualificación, sino por ganas de realización. Tienen sus peculiaridades, grandes compañeros de la máquina de café y de los lugares públicos.
La inmensa mayoría, aunque no lo creamos, somos los ratoncillos de campo, preparados para comernos todo los que se nos presente por delante, como bien sabemos y gracias a los científicos, el gen mas parecido al genoma Humano. A mi me parecen los elementos mas imprescindibles del negocio, por mucho que nos cueste creerlo.
Mas arriba, a la derecha del jefe, estaría algún que otro zángano, misionero imposible de los correos del jefe.
Podría continuar con algún que otro bicho, pero os lo dejo a vuestra elección, falta alguno que no menciono, que no siempre se encuentra en estas escenas, dependiendo de la cartera del jefazo.